#3 El sabio síndrome que te acompaña fuera de la consulta
Lo peligroso de creer que se sabe demasiado, cómo salir de la mierda, la percepción de riesgo de los cirujanos y qué es lo que le das de comer a tu cerebro.
¡Bienvenido a esta tercera edición de Médicos Inconformistas!
Cada semana te traigo ideas y conceptos de fuera del mundo de la salud para inspirarte, ayudarte a tomar mejores decisiones y explorar nuevas vías de ingresos como profesional de la salud.
Este espacio es una mezcla de aprendizajes, reflexiones y recursos prácticos adaptados a la realidad de los profesionales sanitarios que no están contentos con su situación actual y están preparándose para un cambio.
Esta es la tercera edición y he decido que voy a dosificar un poco el contenido porque aunque sea una lectura de 10 minutos se os está acumulando demasiado sobre lo que reflexionar durante la semana.
La primera edición tuvo seis bloques, la anterior cinco y esta tendrá cuatro.
Puedes ver las dos ediciones anteriores en los enlaces a continuación:
En esta edición vamos a hablar de la dificultad de controlar el síndrome del impostor en temas fuera de nuestra especialidad y analizo uno de los problemas que hacen que un médico le cueste avanzar en proyectos fuera de la consulta.
Además hablaremos de la percepción de riesgo de los cirujanos fuera de la sala de operaciones y de la importancia de lo que le das de comer a tu cerebro para tu salud mental.
Vamos allá 👇
1. ¿Quién controla al impostor que te acompaña?
Cuántos casos habrás visto al principio de tu carrera que pensabas que controlabas con lo aprendido en clase y luego tu “jefe” con mucha más experiencia llegaba y te demostraba lo ignorante que eras.
Rollo Dr. House pero versión de estar por casa.
En materias de intenso estudio, como la medicina o las matemáticas, el verdadero conocimiento viene de darse cuenta que “sabes tanto” que has visto que estás muy lejos de comprenderlo todo.
O así lo veo yo.
Esta lejanía de comprenderlo todo sobre algo que has estudiado puede alimentar de forma indirecta nuestro síndrome del impostor en áreas nuevas para nosotros.
Con esto te quiero decir que esta es una de las causas de origen de esas dudas que entran a la hora de lanzar proyectos fuera de tu actividad sanitaria normal que requieren actividades que evidentemente dominas menos que eso que llevas haciendo 15 años.
El síndrome del impostor en campos que hemos estudiado pero que no somos tan buenos como en nuestra especialidad es algo con lo que tiene que lidiar una persona “sabia”.
Lidiar con él, gestionarlo y que te acompañe.
Es un compañero de viaje que vas alimentando con nuevos conocimientos que a la vez te va a descubrir nuevas incógnitas y te va a recordar que no sabes tanto como te gustaría.
Es un círculo infinito.
Asúmelo y gestiónalo.
La única forma de superarlo que tengo yo en esta etapa de mi vida de “divulgación” es:
Poner un límite a mi periodo de investigación sobre un tema en concreto.
Poner un límite al tiempo que dedico a desarrollar lo que quiero contar.
Cerrar los ojos y pulsar el botón de publicar.
Además, al igual que la vergüenza de salir en un vídeo este síndrome lo gestiono pensando que si ya estoy ayudando a más personas…
…pues no seré tan torpe. ¿no?
Mucho más peligroso que el del impostor es el efecto Dunning-Kruger, que es el sesgo cognitivo que sufren aquellas personas incompetentes en una materia pero que se creen que son expertos en la misma.
El tonto envalentonao.
¡Cuidado con estos!
Para ti, que no eres tonto para nada, lo malo de conocer la existencia este efecto y ser consciente de él, es que puede llevarte a pensar que en realidad no sabes tanto y estás sufriendo los efectos negativos del primo de Freddy (el de los sustos).
Total, que al final acabamos en las mismas dándole de comer a nuestro síndrome del impostor.
¿Sabes qué? Yo voy a cerrar los ojos y le voy a dar a publicar esta edición de la newsletter.
¿Y sabes que va a pasar?
Nada
Por cierto, El que sabe muchísimo de conocimiento y aprendizaje infinito es Sergio San Juan [1] . Esto es un extracto de su edición del viernes 24 de enero. Una maravilla:
Síguelo.
2. ¿Por qué cuesta tanto salir de esta situación?
Ahora entenderás esta imagen.
Primero te cuento algo que afecta a muchos profesionales de la salud pero que aplica a cualquier persona formada que trabaje para otros y se haya planteado un cambio.
Mira.
Muchos soñamos con la libertad y hacer lo que nos dé la gana.
🔥 Ese inconformismo y ese picorsito que quema por dentro que te hace imaginar una vida laboral mejor con un proyecto propio.🔥
Pero lo triste es que es mucho más fácil seguir como se está. Aunque se esté mal.
Verás.
En el caso de un profesional de la salud, su labor diaria en consulta puede resumirse en que le van llegando una pila de problemas, a veces más larga o más corta, y su objetivo es gestionar, solucionar o despachar esa serie de problemas.
(algunos lo llaman comerse la mierda 💩 que te toca)
Muchas veces, con cuchillo y tenedor y casi en piloto automático.
Pero todo de forma reactiva.
Hay una pequeña incertidumbre porque no sabes qué es lo que va a tener el siguiente paciente, pero tienes las herramientas necesarias para lidiar con casi cualquier situación.
Y como tú ya me has reconocido: casi todos los pacientes vienen por lo mismo.
Te sientes cómodo en esa tensión de ver la lista enorme de gente que te queda por atender. No es la situación ideal, pero es una incomodidad conocida.
Muchos se quejan un poquillo con sus compis, otros salen a la calle a protestar cuando toca, pero la mayoría sigue exactamente igual al día siguiente. Y es normal.
¿Y esto por qué?
Pues… ¿qué pasa cuando te quieres salir de ahí? Cuando quieres ser dueño de tu proyecto, crear algo que ayude a otras personas y a la vez te permita tener el control de tu vida…
Ahí el juego es otro. Ahí ya no es esperar a que los problemas lleguen, sino ir a buscarlos.
Es buscar problemas de forma activa.
Mucho antes de que haya una lista de pacientes, de clientes, de alumnos… tienes que ponerte a diseñar, a definir y a construir.
Ser proactivo, lidiar con ese nivel de incertidumbre y además seguir motivado cuesta.
A la primera de cambio piensas que es mucho más fácil y seguro quedarte sentado en tu consulta y seguir “despachando” los pacientes que te vayan llegando.
Mejor verlo como despachar que como comer mierda ¿no?
Aunque duela, es mucho más fácil quedarse en una situación que no te gusta pero es conocida.
Se está calentito siendo reactivo a los problema.
Steven Pressfield, en The War of Art, habla de esto como “La Resistencia”. [2]
“La Resistencia te dirá cualquier cosa para evitar que hagas tu trabajo. Te mentirá, te seducirá, te halagará. Te dará mil razones válidas para no hacerlo. Pero no debes creer ni una sola palabra. La Resistencia siempre está mintiendo.”
La Resistencia no quiere que empieces. Quiere que sigas esperando, dudando, posponiendo. Y tú puedes hacerle caso o puedes ignorarla y ponerte en marcha.
Escríbeme si necesitas ayuda para superar La Resistencia. Y si piensas que aquí te estoy hablando de dejar la pública o la privada vuelve a leerte el email que te llegó nada más suscribirte a esta newsletter.
3. El riesgo en la cirugía y en la vida
“El perfil de riesgo que tengas como cirujano puede hacerte avanzar más rápido o más despacio al inicio de tu carrera”
Esto me decía el Dr. Alejandro Almoguera en una charla que grabamos hace unos meses. [3]
Y es que en el quirófano, el riesgo no es opcional: cada decisión tiene consecuencias directas. Algunas más leves, otras más críticas.
Pero aquí está el matiz importante.
Un cirujano sabe que asumir un caso complejo no solo afecta su carrera, sino también a la persona en la camilla. Incluso si el resultado no es catastrófico, habrá consecuencias. Esa carga pesa. Es un tipo de presión que no existe en muchas otras profesiones.
Con el tiempo, los cirujanos aprenden a gestionar ese peso. No porque se vuelva fácil, sino porque desarrollan herramientas mentales para lidiar con la incertidumbre y la responsabilidad.
Lo asumen, lo procesan, mejoran y siguen adelante.
El que sepa gestionar la exposición a este tipo de riesgos desde un inicio, tiene más probabilidades de avanza más rápido. Tiene sentido.
Para mí, lo curioso es que esta misma capacidad de gestión del riesgo que van perfeccionando en el quirófano, no la aplican, en muchos casos, en su vida profesional.
(No es para nada la situación del Dr. Almoguera)
Pero es como si ya hubieran consumido el cupo de riesgos que pueden asumir.
No está el horno para bollos.
A lo mejor que ven otros riesgos en su vida de la misma forma que los riesgos dentro de la sala de operaciones.
Pero es que no todos los riesgos son iguales.
Para entender esto hay que traerse un concepto clave: las oportunidades asimétricas.
Una oportunidad asimétrica es aquella en la que el riesgo de pérdida es bajo, pero el beneficio puede ser enorme.
Te pongo ejemplos de oportunidades asimétricas muy típicas:
• Crear contenido en redes sociales. Publicar en Instagram, LinkedIn o YouTube sobre tu especialidad tiene un riesgo mínimo (nadie va a perder una pierna por un mal post), pero puede generar visibilidad, atraer pacientes o abrir puertas inesperadas.
• Montar una consulta privada paralela. No tienes que dejar la pública, pero probar con una consulta algunas horas a la semana puede generar ingresos adicionales sin comprometer tu estabilidad.
• Escribir un libro o curso online. Tomar el conocimiento que ya usas a diario y empaquetarlo en un formato accesible no solo refuerza tu autoridad, sino que también puede convertirse en una fuente de ingresos pasivos.
• Probar nuevos modelos de negocio en salud. Desde telemedicina hasta asesorías especializadas. No se trata de cambiar de carrera, sino de explorar formatos donde tu experiencia tenga más impacto.
(Tengo otras más pero esas son de pago)
Nassim Taleb, en Antifragil [4], lo explica perfectamente:
“Lo importante no es evitar el riesgo, sino diseñar una estrategia en la que las pérdidas sean pequeñas y las ganancias potenciales sean grandes.”
Por eso siempre me llama la atención ver como muchos cirujanos (sobre todos si son medio veteranos) me rechazan oportunidades con riesgos controlados y beneficios exponenciales.
4. La dieta de contenido diario
Tu salud mental no solo depende de lo que comes, de cuánto duermes o de si haces ejercicio. Depende también de lo que consumes a nivel de información.
Igual que una mala alimentación te puede enfermar, una mala dieta de contenido puede intoxicarte mentalmente. Y, al contrario, una dieta bien elegida puede abrirte la mente, darte claridad y ayudarte a mejorar.
Por eso, aprender a filtrar lo que consumes es una habilidad esencial.
El problema es que en la era digital estamos programados para consumir sin pensar.
Nicholas Carr, en The Shallows [5], explica cómo la exposición constante a información rápida y fragmentada en internet está debilitando nuestra capacidad de concentración y pensamiento profundo.
Leemos en diagonal, saltamos de un tema a otro y nos acostumbramos a buscar gratificación inmediata en lugar de comprensión real.
Llenamos la cabeza de ruido, pero procesamos muy poco.
¿Cómo puedes mejorar tu dieta de contenido?
1. Leer con intención. No todo vale. Elegir bien las fuentes de información es como elegir los ingredientes de una dieta saludable.
Un estudio del Journal of Communication (Vraga & Tully, 2021) [6] encontró que las personas que seleccionan activamente fuentes confiables y verifican la credibilidad de lo que leen no solo están mejor informadas, sino que también reducen la propagación de desinformación.
Vamos, que una buena dieta de contenido no solo te ayuda a ti, sino también es bueno para los demás.
2. Saber qué te puede servir. No se trata de consumir más, sino de consumir mejor.
Como explica Carr en The Shallows, la sobreexposición a información superficial está afectando nuestra capacidad de pensar con profundidad.
Leer sin propósito es como comer sin hambre: te llena, pero no te nutre.
3. Mirar el mundo desde otra perspectiva. No solo consumo información para mí, sino con la perspectiva de que lo que aprendo pueda servir a la persona que tengo delante.
Entrenar este filtro cambia completamente la forma en que interactúas con el contenido. ;) ;)
El contenido que consumes te moldea pero el que compartes, también.
Por eso, cuando creo esta newsletter intento ponerme las gafas de la persona que creo que la va a leer.
¿Estaré ayudando realmente a reflexionar al médico que me está leyendo?
Si estás aquí, significa que también te importa la calidad de lo que consumes. Y si crees que esta newsletter aporta algo a tu propia dieta de contenido, compártela.
Hasta aquí esta tercera edición de Médicos Inconformistas.
Si te ha gustado, la mejor forma de hacérmelo saber es compartiéndola con tus colegas inconformistas.
Y si te has quedado con ganas de hacer algo por tu cuenta en el mundo de internet o desatascar algo en el proyecto que ya tengas entre manos, es justo lo que estoy a ayudando a hacer a otros profesionales de tu sector que están buscando un cambio en su carrera sanitaria. Escríbeme.
Enlaces y recursos relevantes para Inconformistas
- por
‘The War of Art’ Author Steven Pressfield on Conquering Fear, Self-Doubt, and Procrastination - Vídeo
Charla con el Dr. Alejandro Almoguera en el podcast de nosoydoctor: Youtube
Libro Antifrágil de Taleb: Amazon
Libro The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains de Nicholas Carr: Amazon
Journal of Communication (Vraga & Tully, 2021) Enlace
PD: Si no te cuidas tú, ¿quién te va a cuidar para que cuides de otros?
PD1: Nos vemos el lunes que viene